Sherezade es su verdadero nombre.
La idea la tuvo su hermano, pero este es el principio de otra historia.
Siempre le gustó moverse: en la barriga de su madre, en la silla del ambulatorio, jugando al escondite, durmiendo y, sobre todo, en la universidad mientras estudiaba Magisterio Musical.
Tanto que se movió que llegó hasta Santiago de Compostela. A los tres días de vivir allí estaba haciendo un curso de narración oral, escuchaba cuentos en las tabernas y trabajaba en una compañía de teatro. Como seguía sin poder estar quieta, decidí estudiar Arte Dramático, de eso hace ya más de once años.
En los últimos nueve, he trabajado en el Teatro Nacional de Catalunya, he experimentado con la Cubana y he seguido formándome como narradora.
¡Qué rápido pasa el tiempo!